Cartas de la
Impotencia
Las Dunas a 28- Febrero - 1899
Amada y querida Prisca:
Sigo en el campo de concentración de Las Dunas y desconozco cuando volveré
a escribirte porque la censura americana, ha contratado colaboradores cubanos
para que hagan el trabajo sucio.
Es muy difícil expresarte mis sentimientos en la situación limite en la que
me encuentro.
Te sigo queriendo y no me cansaré de repetírtelo, que mi amor por ti, se ha
ido ensanchando en la misma medida que se agranda nuestra distancia.
Pero mi vida, ha cambiado radicalmente. Es muy duro estar preso, en un
campo de concentración conviviendo con un ejercito de desechos humanos que
deambulan como fantasmas entre las dunas donde ya no hay espacio para enterrar
en fosas a tanto muerto.
Soy rebelde porque nací sin alambradas de espino. Sin jóvenes centinelas
asustados, que vigilan tus pasos día y noche, y se ponen nerviosos con su
sombra, disparando a bulto, sobre cualquier cosa que se mueva.
Me gustaría decirte, que mi corazón está feliz y mi espíritu alegre,
gozando con la posibilidad de escribirte esta carta, y tu alborozo al recibirla
después de tanto tiempo. Podría decírtelo, pero te mentiría.
Lloro, Prisca, de rabia a corazón abierto.
En multitud de instantes, mi amor, tuve pánico a la muerte. Sentí, su
fétido aliento en la nuca. Observé de cerca, sus cuencas vacías, negras y
profundas que te hacen sudar de miedo. Noté, como el pánico, paralizaba mis
músculos, clavando al suelo los huesos de mis piernas.
Pero amada, Prisca, ninguna circunstancia anterior es comparable a estas
vivencias, donde te sientes enjaulado como un gavilán. Y tu horizonte se corta en
la pared de troncos puntiagudos, rematados por espino y cristales, que nos
cercan. Hasta a la noche le ponen fronteras, barriendo con luz las jorobas de
arena, que llegan hasta la playa como náufragos perdidos después de la
tormenta.
Son las dunas que dan nombre a este infierno, desértico, al aire libre.
Mi temor a morir, se enraizaba, cariño, en la cruel realidad de perderte
para siempre.
En cambio, esta situación, representa una agonía lenta, dentro de un futuro
incierto. Una interrogante sin respuesta, que incide como la punta envenenada
de una flecha, en la línea de flotación de mi voluntad férrea de sobrevivir.
Me he propuesto resistir, a la trágica realidad que nos acosa. Una tortura
calculada para destrozar al hombre minando con paciencia de termita, la moral
de estos soldados derrotados, que pasean el sello de la rendición, colgado de
la desmoralización de sentirse abandonados.
Y a los que han vaciado de voluntad y alma para convertirlos en desechos
vivientes de hombres.
Lo han intentado todo para anularnos.
Ayer, me requisaron todas tus cartas, cortándome de un tajo, el cordón
umbilical de tus recuerdos.
Es un paso más en su proceso de reconvertirte en un guiñapo.
Una cabronada que debo reconocer que me ha impactado como una bomba en el
pecho.
Tus cartas, vida mía, eran cartas de amor, impregnadas de comprensión y
ternura, hacia nuestra separación, que llevas con un talante de mujer
comprometida. Paciente y rocosa a los embates de los mozos que quieren
cortejarte. Tu cariño hacia mi persona, empapa las frases, que se alinean en
letras diminutas perfumando el papel de tus misivas.
No tenerlas amor, representará un vacío similar, a la inmensa soledad que
sentiría, el único habitante de la tierra.
Prisca, mantén firme y florido nuestro amor, que es lo mas puro.
Te quiero y jamás se marchitará nuestro cariño, que está por encima de
guerras, de políticas crueles, de patriotismos falsos y de personas rastreras.
No sé amor de mis amores, cuando volveré a escribirte, ni que tiempo durará
esta condena, ni tan siquiera si saldré vivo de esta ratonera, donde se muere
de insolación, de tifus, de gangrena o de un tiro en la cabeza.
La huida hacia el mar es imposible esta plagado de tiburones.
Saltar la empalizada es con toda seguridad morir acribillado por las
ametralladoras.
Rezo a Dios por volver, porque es la única esperanza que me queda. Reza tu
también para que se cumplan pronto nuestros deseos de vernos frente a frente en
nuestro pueblo. De que podamos casarnos y tener hijos, y que nuestros hijos nos
den nietos.
Te pido que les des un beso a mis padres y otro fuerte a los tuyos.
Un abrazo a mi hermana y primos.
Y recuerdos para todos los amigos del pueblo.
Te quiero hasta la eternidad.
Tuyo.
Constantino