miércoles, 30 de noviembre de 2011

LA COMICA


    

LA CÓMICA

               Cuando la vi por primera vez cruzar la calle con el semaforo en ambar, iba distraida, supongo que sumergida en un mundo de fantasias.
         Sus pies embutidos en unas zapatillas de bailarina sin tacones, hacian equilibrismo sobre el afilado borde de los baches que descarnaban el asfalto.
         Se la veía alegre, ágil y resuelta. Nos cruzamos las miradas mirándonos fijamente a los ojos. Una mirada efimera como el centelleo plateado de una estrella fugaz. Ella rebelde, ni se molesto en descubrir mis sentimientos. A mi en cambio aquella mirada brillante y saltarina me marco. Baje rapidamente de la acera buscando el rebufo de su estela, pero fue una ilusión frustrada, desapareció velozmente perdiendose entre los pliegues negros de la noche. Tal vez, pense, en busca del calor de una caricia, en una cita concertada de antemano. Jamás lo averigüé.
  Noté que con el paso de los días, el recuerdo de su frágil cuerpo de mujer se iba diluyendo  como un azucarillo en el café.
     Se debe tratar de un ejercicio auto defensivo de la memoria hastiada de archivar sorpresas inservibles.
     De su figura apenas conservaba el recuerdo de unos pies electricos  y una cabeza despeinada de pelo corto preso en una diadema de bisutería barata. En cambio, el recuerdo del brillo melancólico y ausente de su mirada lo mantenía fresco e inalterable como una herida sin cicatrizar.
       La segunda vez que la vi, las farolas acababan de cerrar su gran ojo con bombillas de bajo consumo. Note que el frío traía en sus pulmones diminutos cristales de hielo puntiagudos que atravesaron la tela de mi abrigo hasta clavarse con crueldad premeditada en mi carne. Ella, debio percibirlo nada más pisar la estrecha callejuela que da a la parte trasera del teatro. Sorprendida, dio un paso hacia atrás al percatarse como los gelidos aguijonazos  traspasaban sin miramiento el forro de su chaqueton de paño azul descolorido. Lo intente con tenacidad, pero no pude retener la mirada perdida de sus ojos. Tal vez sintiendose asaltada en su intimidad, opto por bajar los parpados, y su vista se desperdicio resbalando por las losetas grises de la acera.                                                                
       Sin pretenderlo, se presentaron en mi memoria aquellos ojos de color verde esmeralda que mutaban con la luz, al verde color de un mar en oleaje y que con la avaricia de un viejo avaro, grave  la primera vez que la vi, en el archivo ocular de mi retina.
       -Por su comportamiento, creo intuir que no es mujer que busque insistentemente compañía y menos, supongo, la de un viejo lobo estepario como yo, que vive en completa soledad, su mundo hostil de indiferencia. Intuyo que seriamos dos náufragos desorientados en medio de la calle. No tiene ningún sentido y creo que ella inteligentemente lo ha llegado a pèrcibir atraves de la distancia, de ahí que rehúya deliberadamente mí mirada y que sus ojos esquivos, desistan de explorar  los míos tratando de encontrar la realidad de mis sentimientos.
       O tal vez, porque no, este enamorada y sea mujer de un solo hombre. O tal vez ni siquiera sea  mujer. Vaya usted  a saber, se ven hoy tantas cosas raras.-
       Y nuevamente como la vez anterior, su sombra se pierde con celeridad entre la bruma madrugadora de la amanecida, perseguida como siempre por su estela femenina y quebradiza.
      Cuando de improviso, la veo regresar sobre sus pasos , levitando sobre sus zapatillas rosas de siempre. Curiosamente pasa a mi lado rozandonos abrigo con abrigo y me ignora olimpicamente. Como si yo no existiese. Como si yo fuese un espectro invisible. Como si me hubiese transformado en un ornamento más del mobiliario urbano.
     Observo atentamente como abre la puerta de emergencia trasera del teatro y entra. Ahora soy yo quien ejerce de miron escondido en la oscuridad del portal de enfrente.
   ¿Qué más da quien sea? Me pregunto. Dudo en abandonar, pero el maldito morbo me pone grilletes en los tobillos.
    No tarda mucho y la observo como sale del teatro cargando una vieja maleta rectangular de cartón-piedra. Sospecho de sus prisas porque pese a lo abultado del equipaje acelera el paso por la acera. Me conmueve su ingravida fragilidad, su gesto de resignación ante la evidencia, cuando realiza un  esfuerzo sobrehumano para arrastrar la maleta. Un esfuerzo para el que no esta físicamente preparada.
     Me llega a doler el alma de ser un sujeto pasivo frente a la delicadeza de una sombra de cristal.
     Hoy he decidido esperar porque la mañana es larga, no tengo otra cosa que hacer en mi ancho vagar y si no el día se me espesa hasta que cae la tarde inundandome de un aburrimiento denso. Aunque sea tarea estéril intento rebelarme contra una injusticia que ni puedo controlar, ni controlo, porque no llego a comprender como el mundo puede seguir girando libremente  sin prestar atención a tanto desamparo.
   Debe ser ese mundo hostil que no percibimos, pero que amanece a diario en connivencia con el sol para devorar a los necesitados de amor y comprension.
  Me gustaría saber como se llama. Conocer su nombre para poder llamarla la próxima vez que coincidamos. Un nombre que rompa su mutismo, que aparque su timidez de mujer indefensa.
    Solo pido un nombre o un diminutivo que logre identificarla dentro del interminable ejército de anónimos sin fronteras.
    Ha pasado tanto tiempo que he perdido la esperanza de volver a verla. Han sido días encadenados a los días haciendo guardias interminables de sol a sol y ayunando como un ermitaño para no perder de vista la puerta trasera del teatro. Desconozco si su papel es el de actriz, o se trata de una simple cómica. O ni una cosa ni la otra. Tal vez, recapacito, si se trata de una cómica se haya ido de gira con la compañía para aprovechar el verano por esos pueblos de dios secos y yermos, con un polvo compactado que se mastica y donde los perros, flacos como anguilas se pelean por encontrar una sombra.
     Pueblos, donde el teatrillo del ayuntamiento lo abarrotan una mayoria de catetos y palurdos, a partes iguales, que aplauden y gritan sin haberse enterado de que va el argumento.
     De ser así, intuyo que estará disfrutando metida en la piel de algun personaje, esa figura que se transforma en una parte imprescindible de su vida errante de comediante.
     Recuerdo que la tercera vez que la vi, fue un encontronazo inesperado en el mismo mostrador de un puesto de verduras en el mercadillo de los viernes. La encontré cambiada, mucho más delgada, con la blusa de flores rojas ciñéndole los pechos y espigando sus pezones redondos como perlas. En la morenez de su cara se reflejaba su estancia alejada de la ciudad, seguramente por algunos pueblos de Andalucía donde el viento quema y el sol cuartea, cruel e insensible, a los rostros de porcelana. Observé como miraba con atención las cajas repletas de verduras y las torres de naranjas que de vez en cuando acariciaba. Era una caricia de terciopelo alentada por las yemas de sus dedos, mensajeros inconcientes de sus deseos latentes de mujer desamparada.
     -Eso tiene que ser… pensé, se unen en su desaliento todos los gestos de un desengaño amoroso tan cruel que le ha cosido el alma a puñaladas. Un desengaño imprevisto que le ha debido causar tanto dolor, que le ha clavado el dolor, en lo más profundo de su mirada.-
     Estuve tentado de acercarme para regalarle una bolsa de naranjas, pero desistí atornillándome al suelo, cuando observe como revolvía entre las cajas vacías tiradas en las traseras de los puestos, buscando entre los residuos desechados las naranjas invendibles. Fué entonces, en ese preciso momento, cuando nuevamente se cruzaron nuestras miradas en el aire.
    Esta vez la suya no tuvo el brillo centelleante de una estrella. Lo que capté, fue una mirada preñada de vergüenza que huyó abochornada al verse descubierta mercadillo arriba, mientras aprovechaba su carrera para tirar las naranjas podridas en un cubo de basura.             
     De pronto, tuve la sensacion gelida de la soledad de un naufrago perdido en medio de aquella Babilonia de gente que no conocía, en medio de una muchedumbre indiferente e insensible que me golpeaba el cuerpo con sus bolsas de plástico repletas de comida y me apartaba de su camino con la misma impasibilidad con la que pisaba una cáscara de plátano.
    Estaba desorientado y me dolía el alma como jamás me había dolido. Me dolía su hambre, su soledad, anónima compañera descarriada de la mía.
    Me torturaba mi falta de reflejos cuando tenia la miel al
alcance de los labios. Me angustiaba su mirada de vértigo buscando comprensión a su papel interino de vagabunda.
     Aquella larga noche de insomnio no pude conciliar el sueño, porque su dolor me dolía hasta la cal de los huesos.
     Pude soñar, pero hasta el sueño rebelde, se hizo enemigo de mis sueños y me traiciono apartando la necesidad de rebobinar sus recuerdos.
     Empecé a reconocer que el misterio de aquella mujer que entraba y salía de mi vida sin cita previa  comenzaba a obsesionarme alterando mis pulsaciones y mis costumbres.
    Era una situación que empezaba a desconcertarme porque su fuerza obsesiva secuestraba mí voluntad. Queria y no podia evadirme de su abrazo de oso que en mis sueños es una cruel pesadilla.
    Del verano me despedí cuando llego el otoño. Se había ido a hurtadillas para no distraerme de mis problemas. Del otoño me entere cuando la ciudad se transformó en monotonía.
   Una monotonía repetitiva salpicada a ratos por el color uniforme de las hojas oxidadas abandonadas a su suerte sobre las aceras. En el monótono aburrimiento de las colas del paro y en los bostezos madrugadores de los trabajadores en las parada del autobús. Todo volvía a la misma rutina que siempre vuelve con la entrada del otoño.
   Nuevamente el levante entrando fuerte por los Baños del Carmen y azotando firme la Malagueta. Y el piar infernal de los estorninos buscando anidar en los árboles de la Pimienta plantados en la Alameda. Cada cosa escoje su mismo sitio, permaneciendo inalterable en el espacio, guardando disciplinadamente el mismo  orden desde el principio de la Creación. 
      Mejor, para un autista crónico como yo, al que los cambios por imperceptibles que sean desorientan y sacan de sus casillas.
     Algo gano, si quiero encontrar la sombra de la mujer que busco,
habitando el epicentro de la gran urbe, mientras ciento de ciudadanos con nombre y apellidos giran a su alrededor fieles ignorantes de su existencia.
     Es el pan que cada día mastican y digieren los pobres de espíritu.
    Empiezo a dudar hasta de mi mismo. Dudo de que pueda encontrarla en este laberinto humano. Dudo ya de san Judas, el conseguidor de cosas imposibles, a quien me encomendé desesperado tragándome el sapo de mi agnosticismo. 
     La ciudad es tan grande, tan inhóspita en sus dimensiones, que solo un golpe de suerte de la casualidad, a veces cruel y a veces caprichosa, nos puede poner nuevamente frente a frente.
     Estoy convencido de que una mujer como ella no puede pasar desapercibida. A la fuerza  la deben de conocer  en el mercado, o tal vez en las salas de espera de los ambulatorios, o tal vez la conozcan los bedeles de los museos, acaso sepan de ella en los comercios de la calle Nueva.
    Es la fragilidad de su menudo cuerpo, su imagen de niña perdida, su mirada clara y ausente, las que te marcan para siempre al observarla y retienen su extraña personalidad en las redes del cerebro.
          Tengo verdadera necesidad de encontrarla porque el “mono” me aprieta con fuerza la boca del estomago y llega a  descentrarme.
         -La conocerán en el teatro, seguro que allí la conocen… Recuerde…Pelo moreno muy corto…lo suele sujetar con una diadema de plástico rojo… si eso… zapatillas de bailarina y la cara lavada… ¿no la conoce?...en invierno siempre viste un abrigo de paño azul descolorido por el uso…haga un esfuerzo por favor…es frágil de cuerpo, recapacite… cuando anda, parece que baila… ¿nunca trabajo aquí?- Está seguro… Es imposible, yo mismo la he visto salir por la puerta trasera que da al callejon.... Lo siento pero desconozco su nombre....-
     Todo es inútil y pinta en negro como comienza a ser mi futuro entregado a la inútil tarea de perseguir un fantasma.
    La ultima vez que la vi., lo recuerdo bien ahora, fue porque la casualidad o el destino peregrino, vaya usted a saber, me puso aquel periódico local bastante usado en mis manos.
   Con dos meses de retraso segun la fecha desde el dia que algún lector lo compró en alguno de los quioscos de Martiricos, y una vez leído lo depositó inservible entre los barrotes de la verja del puerto.
   Desconozco sinceramente el porque. Pero una curiosidad morbosa me arrastró primero a retirar el periodico de los barrotes de la verja de hierro y despues a abrir la última pagina. Y allí, en una esquina de la descolorida columna de sucesos aparecía una mala foto amarillenta de su cara.    
      No estaba favorecida con su pelo corto revuelto y despeinado que reclamaba su diadema. Ni con sus ojos inmensamente abiertos y asustados.
     Mientras un gran nerviosisimo se apoderaba de mi, trate de descifrar aquellas palabras descoloridas por el sol.     
     Dos líneas mas abajo encontre, una escueta petición, que solicitaba ayuda para identificarla.
    Comence a andar como un sonambulo perdido en un tunel sin salida, caminando lentamente hacia el Anatomico Forense.
    Nuevamente el dolor apuñalándome el alma y arrastrando al corazón en una carrera sin freno hacia el abismo del infarto.
    Parecía dormida bajo la luz clandestina de la morgue. Los parpados semi cerrados, como cuando sentía vergüenza de verse sorprendida por mis ojos. Estaba preciosa dentro de la rigidez pálida de la muerte.
      - ¿La conoce? ¿Es usted algun familiar? Le puedo confirmar que lleva aquí dos meses sin identificar. Segun reza el atestado de la policia municipal, la atropellaron de noche en un paso de cebras a la salida del teatro. Mala suerte para la chica. Nada se sabe del conductor que se dio a la fuga y no han sido capaces de encontrarlo. Esta chica no llevaba ninguna documentación encima, ni tampoco algún objeto que pudiera identificarla. Intuimos que se trata de una cómica, o de  alguien relacionada con el mundo del teatro, porque tanto en sus zapatillas de bailarina color rosa, como en la camiseta blanca, que vestía debajo del abrigo la noche del accidente, llevaba bordado en rojo la inscripcion: “Soy una Cómica Feliz”.
     Soledad, se llamaba Soledad señor. La conozco desde hace tiempo y su rostro me es inconfundible.
     Ya tienes nombre Soledad.
         Baje tambaleandome los escalones del Anatómico, apoyándome como pude en la barandilla de acero hasta llegar a la acera, con la desorientación de un sonado.
      La fina lluvia que caia me calo hasta el alma.
      Casi tropiezo con ella al pisar la calle, rozamos abrigo con abrigo, levante la cabeza y la mire de frente y en sus ojos, observé el color de sus pupilas verde esmeralda, que atraves de la tenue luz de la farola rompian en un verde mar en oleaje.

       -Va a hacer frío, me dijo.
 
   -Va a hacer frío, dije yo.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

EL ORIENTE EXPRESS

EL DIA QUE MATARON A DURRUTI

EL DIA QUE MATARON A DURRUTI


  
     Cuando el tren en que hemos salido de madrugada desde Guadalajara,  nos ha dejado en el viejo anden de la estacion de Atocha, Madrid comenzaba a despertarse.
    Hace mucho frio en esta sierra. El viento que baja a rafagas desde Navacerrada, entra como la punta helada de una bayoneta afilada  por las estrechas calles del pueblo de Guadarrama.
    Todo parece estar tranquilo. A estas horas, una espesa calma se posa sobre las trincheras, que serpentean como cicatrices sobre la rocosa costra de la tierra. Envuelto en el silencio se intuye  un cansancio general en los dos frentes de batalla despues de la dura pelea de anteayer.
    Nos han contado que mas arriba, en el puerto del Leon han habido muchas bajas por ambas partes. De un grupo de doscientos ferroviarios que se habian alistado deprisa y corriendo hace un mes, han matado a mas de la mitad y el resto estan heridos.
    Se trata de jovenes inexpertos, fogosos, llenos de ardor, que suben con la misma ilusion a la sierra que los que planean un dia de excursion. Y aqui arriba, se encuentran, sin tiempo para digerirlo, con la crueldad de una guerra sin cuartel por batir al enemigo.
    Que se lo cuenten si no a “Lecherin”, el boxeador de Fuenlabrada, que llego al mando de cien cenetistas, cantando a voz en grito la Internacional, y como saludo de bienvenida los falangistas de Giron, le han pegado un tiro en medio de la frente.
    No dejo de preguntarme quien  nos engañan mas, si nuestros jefes, o somos nosotros mismos los que no queremos ver la autentica realidad de la guerra.
    Presiento que a nadie interesa abrirles bien los ojos para explicarles con claridad que una guerra no es un juego, que una guerra es la muerte emboscada en el destino. O mejor pensado, es, una bala grabada con tu nombre, que espera paciente en la recamara del fusil de tu enemigo.
    A diario compruebo como algunos idealistas parecen no entenderlo. Les observo llegar euforicos, los gorrillos ladeados, los correajes sueltos con la camisa abierta para enseñar el pecho y una amplia sonrisa de ganadores, mientras lanzan al aire continuamente para enerdecerse consignas politicas y gritos guerreros. Despues, al dia siguiente, vuelvo a observarlos pasar en una procesion de guiñapos rotos. Sujetos como fardos sobre las toscas albardas de los mulos, camino del cementerio de Collado Villalba porque en el de Alpedrete ya no caben.
   Deberia resignarme, pero no puedo, pudriendome en esta mierda de guerra que han parido a medias entre politicos y militares, para que nos matemos todos.
    Aqui, en las trincheras, estamos conviviendo codo con codo soldados de infanteria , ferroviarios de los talleres de Principe Pio afiliados a la UGT, y anarquistas de la FAI. Tengo que reconocer que la actitud de los anarquistas, es una bocanada de aire fresco, entre tantas estrategia, orden y disciplina.
    No llego a entender, ni falta que me hacen, sus consignas politicas, ni los mitines que a diario aprovechan para largarnos su ideologia sobre el movimiento libertario, ni me atrae su utopia visionaria por darle la vuelta del reves a este pais tal como se le da a una chaqueta vieja.
    Pero les admiro por el convencimiento que desarrollan en todo lo que hacen, por su ferrea voluntad, y porque equivocados o no defienden a muerte sus ideales.
    Presiento, que por debajo de aquellas nubes negras que llegan cargadas de tormenta, aletean mas muertes, porque la batalla por Madrid sera larga y costosa. Y yo no quiero morir. Soy demasiado joven y amo la vida por encima de banderas, ejercitos, ideologias y patrias, si su objetivo final es llevarte al matadero.
   Me resisto a terminar como mi amigo Donato. Fuerte como un roble y alto como un cipres. Un muchacho alegre, jovial, que exprimia cada minuto del dia para sacarle el jugo a la vida. Estaba ilusionado por bajar conmigo el domingo a Madrid, con nuestro permiso bien ganado, a ver el Retiro, pasearnos por la Gran Via y la Puerta del Sol, para lucir nuestro uniforme caqui recien estrenado, y tratar de conocer a alguna chica para invitarla al cine Carretas.
    Habia pensado en este dia emocionandose por encontrarse con su padre, guardia civil retirado y hombre de derechas que no comulga con este gobierno de la Republica, y al que le jodia un monton que su hijo primogenito se hubiese puesto del lado de los republicanos.
    Donato, llego unos dias antes que yo, porque se ofrecio voluntario para contener en San Rafael la ofensiva que la falange de Castilla desencadeno, despues de  desembarcar en la estacion del Espinar, de un tren de mercancias procedente de Medina del Campo, y de la estacion Norte de Valladolid.
    Debieron ser dias muy duros tal como cuentan. Porque tan pronto nuestro ejercito hacia retroceder al enemigo hasta Otero de Herreros y Valdeprados, como teniamos que posicionar nuestras lineas entre El Espinar y San Rafael, obligados por el empuje de los falangistas. Segun me han contado los de la sexta compañia a quienes hemos relevado, en un solo dia llegaron a contar hasta quinientos muertos.
   Por desgracia para los dos, Donato, jamas se veran cumplidos tus deseos viejo amigo. Recuerdo ahora nuestras correrias por el parque de San Francisco en las fiestas de Nuestra Señora de la Antigua el ocho de septiembre cortejando a las mozas y esquivando a las madres que nos espiaban desde el templete de la musica. Fueron buenos dias aquellos. Como cuando cojiamos en marcha para no pagar el pequeño tren que salia de Guadalajara y que nos llevaba a la feria de Sigüenza.
    Cuando me contaron amigo Donato que trajeron tu cuerpo echado sobre las parigüelas que arrastraba una acemila de la artilleria de montaña, con un balazo que te entro por un ojo destrozandote el cerebro, llore de dolor y rabia. Y hoy, que veo desde la sierra los edificios de Madrid apagados y las calles en penumbra, me pregunto amigo si tu muerte prematura habra servido para algo.
    Esta noche hace demasiado calor dentro de la trinchera. Los partes de guerra hablan de un frente estabilizado a lo largo de la linea defensiva que parte desde el puerto del Leon hasta Navacerrada. Estoy deseando que llegue la hora de bajar a Madrid. Me pregunto porque esta intranquilidad llega a oprimirme el pecho hasta axfisiarme. Tal vez pueda ser porque me asaltan negros presentimientos de que al enemigo se le ocurra  desencadenar una ofensiva y se me joda el permiso. Y todo por la obsesion que tienen los generales franquistas por conquistar Madrid.
    Algunos camaradas de la FAI, recien llegados esta mañana del cuartel de la Montaña, comentaban que la Legion extranjera esta atrincherada en la Casa de Campo y que los “moros”, se las tienen tiesas con los anarquistas en la Ciudad Universitaria, ya estan a tiro de piedra de la Gran Via.
    Se me hace interminable esta espera que logra espesar las horas encallando las agujas del reloj del tiempo.
   Desde la explanada que ocupa la casamata del estado mayor, me llega el zumbido de abejorro de los camiones aparcados al ralenti. Se pueden palpar los nervios en el pequeño caos que originan los soldados que se incorporan a la posicion, con los que tienen prisa por irse.
    Siguiendo las ordenanzas, he depositado mi mosqueton en el armero. Es una despedida efimera pero agradable. Al fin me llega el sonido ronco de una voz potente retumbando de pared a pared de la trinchera, es la orden que llevo toda la tarde esperando.
-Cabos y soldados del regimiento Guadalajara, con pases de permiso hasta el domingo que vayan formando a la altura de los camiones.
    En cuestion de segundos han  comenzado unas carreras de locura. Tengo que soportar estoicamente codazos, empujones y algun que otro “joder que yo estaba primero”, porque todos queremos ocupar el mejor sitio en la caja del camion. Es evidente que nadie quiere bajar de la sierra andando. En un cerrar de ojos, los camiones se han llenado de uniformes caquis y algunos pocos de color negros que son el tono de los monos que utilizan los ferroviarios.
    Cuando el camion en el que viajo baja zigzagueando, con las luces apagadas, a velocidad de diligencia, noto el airecillo fresco de la sierra acariciarme la cara. La oscuridad que se ha cerrado nada mas caer la tarde, solo me deja observar la sombra de los taludes que bordean las ruedas. Una camaraderia forjada en las tricheras da rienda suelta a muchos comentarios, sobre proyectos conjuntos y la posibilidad de encuentros familiares. Se alza la voz para ser oido. De pronto desde la cabina del conductor  asoma la cabeza grande tallada en piedra berroqueña del sargento Felipe.
    -Callaros de una puta vez. No quiero oir de aqui en adelante ni el vuelo de una mosca. Joder, que con el cachondeo que estais montando vais a despertar a todos los fascistas desde San Rafael a Villacastin. Aviso, una charla mas alta que otra y os dejo en la cuneta mas tirados que una colilla.-
    Felipe, es el sargento de la guardia civil que tiene a su cargo la seguridad de los traslados de la tropa. Curiosamente siempre lleva un palillo en la comisura de la boca. Habla, da ordenes y rie, sin moverlo de su sitio, parece que lo tuviera clavado en la campanilla. Jamas le he visto sin el mondadientes. No soy capaz de imaginarmelo dormido.
   Se ha hecho el silencio en una noche estrellada que unicamente rompen los grillos con su canto metalico, totalmente indiferentes a la guerra que les rodea.
    Me distraigo en observar la silueta de Madrid iluminada por hileras de farolas mortecinas que me recuerdan las procesiones de luciernagas por la luna nueva de agosto.
    -Aviva la marcha Felipe, que al paso que anda este trasto se nos acaba el permiso antes de llegar a Madrid.
    La broma mosquea al conductor que pega un aceleron al motor que da un brinco hacia adelante y lanza un ruido ronco y sostenido capaz de despertar al mismisimo general Saliquet que segun dicen duerme en su cuartel general de Segovia.
    A las puertas de Madrid, bajamos la cuesta de las Perdices y atravesamos Puerta de Hierro para desembocar en Argüelles, donde sorprendentemente encontramos una gran animacion estimulada por cientos de noctambulos que huyen del axfisiante calor que se aprieta en sus casas, para montar la fiesta en la calle. Quiero suponer que esta evasion no es mas que una formula sutil que utilizan los madrileños para olvidarse por unas horas de la guerra que les envuelve.
    De uno en uno los camiones que han transportado a la tropa aparcan en la amplia explanada que hay dentro del cuartel del Conde Duque. Aqui segun reza en la orden del permiso descansaremos durante los dias que se prolongue la autorizacion.
    Pese a lo intempestivo de la hora la calle de entrada al cuartel esta repleta de familiares. Desde lo alto del camion he observado como jovenes novias saltaban de jubilo, mientras algunas madres mas comedidas se secaban las lagrimas con el pañuelo, entiendo que motivadas por la gran alegria de verlos vivos de momento. No es para menos dada la incertidumbre que genera el desconocimiento de lo que ocurre en el frente, del que llegan escasas e intermitentes las noticias matizadas por la censura, amparandose en la escusa de no querer causar alarmas innecesarias. Puras mentiras que se inventan los del estado mayor.
    El permiso es corto, asi que esta noche toca dormir a pierna suelta sin el miedo a que un obus te mate al caerte encima del refugio de la trinchera.
    Nos ha despertado el toque de diana que es la musica que a diario me hace sentirme vivo.
    Ha sido una sensacion extraña volver del frente y pisar los adoquines recalentados de la plaza del Callao. Ahora leo la cartelera del cine Avenida, y oigo ya a los voceadores de los periodicos anunciar la prensa diaria recien salida con la tinta fresca de las linotipias. Observo con la misma curiosidad que un recien nacido, como la Gran Via se va llenando lentamente de funcionarios con prisas por llegar a sus ministerios, de un columna de botijeros que arrean a sus burros cargados de cacharros de barro que van camino del Rastro, de grandes coches asmaticos a los que para respirar les han soldado al estribo la bombona de gasogeno. Son cien olores distintos que me llegan arrastrados por la brisa. De pronto huelo el aceite refrito de los puestos de churros y buñuelos, como aspiro el potente olor del zotal con el que baldean las escaleras del Metro. Debe ser todavia una hora temprana para que se despierte el barrio al rebufo de los ruidos cotidianos, aunque los chirridos metalicos de las rueda de los tranvias que suben en fila india desde la plaza de España trepanan los sentidos. Cuento  cerca de veinte tranvias salidos de la Ciudad Universitaria que transportan adormilados a los primeros relevados de la FAI, que estan aguantando en el hospital clinico como jabatos los ataque de los Regulares “moros”.
    Son tantas las novedades que me asaltan que tengo la impresion de haberme despertado de un sueño irreal incorporado a una pesadilla donde el mundo gira como una noria desequilibrada alrededor de un embolo sin fin al que hace rotar una guerra fatricida.
    Una guerra que llena de piojos y chinches las trincheras, que te mete el panico en el cuerpo cuando contemplas los nidos de ametralladoras a dos palmos de tu cara escupiendo plomo por su boca, o como las minas enterradas abren en canal los vientre de los desgaciados cuando explotan. Recuerdo bien el rostro desencajado de mi comandante cuando va en vanguardia o el miedo incontrolado de los reclutas al escuchar los primeros tiros que les atornilla los pies al suelo y hace que les asalten la dudas entre avanzar o “chaquetear”. Por tener, la guerra tiene la singularidad de sus propios olores. Todas las trincheras apestan a sudor rancio y a orin seco. Y en cuanto da comienzo la batalla se extiende un fuerte olor aspero a polvora y a sangre agriada que te revienta el olfato. Esta provocado por el puto miedo que te revuelve como un remolino la adrenalina y comienzas a sudar como un cerdo, cuando observas las bayonetas caladas en los cañones de los mosquetones cortando un viento que sopla de frente en este mes de julio como ascuas encendidas.
    Sin darme cuenta me he dejado arrastrar por el torbellino de mis pesadillas.
    Cuando de pronto me he visto rodeado por un alboroto generado por cientos de milicianos, que lanzan al aire sus gorrillos de fieltro, rojo y negro mientras gritan, cantan y tocan las palmas, he regresado de mis abismos.
    En cuestion de minutos la plaza de Callao se ha convertido en una replica de una gigantesca caseta a cielo abierto de la feria de Malaga.
    Observo que hay mas mujeres que hombres bailando por malagueñas y sevillanas. Me sorprende su habilidad para mover las manos y como dibujan con los dedos figuras invisibles en el aire, a la vez que acarician al viento con el ritmo candencioso de sus cuerpos.
    Son en su mayoria cenetistas y anarquistas de la FAI reclutados en la provincia de Malaga.
    No hace mas de una hora que han llegado a la estacion de Atocha, despues de estar toda la noche viajando en un tren de pasajeros que ha ido parando en todas las estaciones de los pueblos. Mientras en Bobadilla se les ha unido un tren que subia desde Ronda.
   Ha sido verla mover los brazos y mirarme de frente  con sus ojazos negros mientras taconea el suelo de la plaza con sus botos camperos y quedarme paralizado. Es bonita como un regalo de reyes. Tiene un pelo negro ensortijado que le resbala por los hombros como los quejios roncos de un cante por martinetes. Quiero intuir, mas que distinguir desde el lugar en que me encuentro, dos pechos redondos que se aprientan bajo el peto del mono miliciano. Me fijo en la gracia de su pañuelo rojo anudado al cuello que le da un toque femenino al severo uniforme masculino. Lentamente me voy acercando. Me cohibe la inseguridad y la falta de costumbre. Observo como la mirada de sus ojos se clavan firmes en mis ojos. Y como su boca me envia una sonrisa de invitacion que sobrevuela el oleaje de ruidos y murmullos portando un escueto mensaje: “ soldado me gustas”.
    El corto espacio que separa la puerta del cine Coliseum de la entrada de la calle Preciados representa un incomodo concurso de obstaculos. Atravesar los metros que nos separan se me estan haciendo tan eternos como una guardia en la avanzadilla del parapeto.
    De nuevo revolotea su descarada mirada en un gesto picaro que me engancha, a la vez que se eleva de puntillas para llamar mi atencion agitando su mano derecha. No se que coño me pasa, pero jamas anteriormente habia  sentido una emocion tan aguda oprimiendome el pecho. La tengo al alcance de mi mano pero la barrera infranqueable de milicianos que cierran el circulo de la imprevista pista de baile me impide tocarle las yemas de los dedos que se esfuerzan en encontrarse con los mios.
    Cuando al fin he podido llegar a su lado y observar de cerca su menudo cuerpo, su moreno rostro agitanado y sus ojos de fuego, no he podido resistirme, la he tomado por el brazo y le he preguntado : “¿como te llamas?”.
    En medio de un ruido ensordecedor me responde escondida en su risa fresca de porcelana :” me llamo Elena y soy malagueña”.
    Jamas antes habia tenido en mi vida la oportunidad de contemplar una belleza semejante. Ni una mujer tan guapa de la que noto que acabo de enamorarme.
    A la vez que rozo timidamente su mano, me empiezan a bullir en el cerebro cientos de planes para llevar a cabo durante mi permiso. Lo primero que hare sera pedirle que sea mi madrina de guerra para poder tener una relacion regular con ella. Despues eligiremos mutuamente el como y el cuando de los planes para disfrutar estos dias.
    Ha sido en una decima de segundo. En el infimo espacio que transcurre entre el chasquido de un disparo y la bala al herir la carne. Entre vivir y caer muerto de un balazo certero.
    De pronto un rumor que sube como una traca valenciana desde la plaza de España, estalla como un obus sobre nuestas cabezas, al grito de:
    - Han matado a Durruti. Acaban de matar a Durruti en la Ciudad Universitaria.-
   Cuando he querido reaccionar, Elena ya ha desaparecido de mi vista.
    Y continua el griterio: Unos hijos de puta han matado a Buenaventura, todos a la Universitaria.
    Me ha sido imposible contener la histeria colectiva que se ha desatado.
    Un unico lamento lacera mis oidos:
    -¡Durruti, Durruti!.-
    La plaza del Callao, se ha despoblado de milicianos en cuestion de segundos. Comienzo a darme cuenta  que el lider anarquista ha sido abatido en el mismo instante en que comenzaba a cambiar mi vida. Lo han matado en la misma fraccion de tiempo en que yo comenzaba a tocar el cielo.
    -¡A los camiones! Todos los camaradas de la FAI a los camiones. Tenemos que ir a la Universitaria.-
    Desordenadamente se han ido subiendo a los camiones que esperaban al ralenti y han iniciado la marcha Gran Via abajo. Ante tanta soledad, me asalta la percepcion de ser el unico superviviente terrestre de un cataclismo. Y de pronto la he visto subida en el techo de la cabina del ultimo camion de la columna, agitando en sus manos una bandera de la CNT , y su puño izquierdo cerrado, elevado hacia el frente, muy en su papel de mujer libertaria. En el momento en que el camion arranca descubre mi presencia solitaria en el borde de la acera, entonces levanta su mano derecha y me lanza un fuerte beso que se pierde fugaz en medio de la distancia. Increiblemente compruebo como acaba de evaporarse en el espacio de un segundo la efimera figura de la mujer morena que me ha trastornado, arrastrada por el torbellino contaminado de esta guerra de la que unicamente podre disfrutar de su nombre.
    Acabo de llegar a mi destacamento, y todo lo ocurrido en Madrid me parece un mal sueño, una rara pesadilla, porque aqui en las trincheras la vida sigue igual. Los mismo olores, los mismo piojos,  el mismo miedo y la misma puta guerra.

   
      
      
   
   
     





LA GENERALA


LA GENERALA

“Que se sepa que soy la querida del general a mucha honra”

                    Cuando la negra Casilda se asomo al balcon que da a la avenida, dentro de la habitación hacia un calor irrespirable a pesar de tener las persianas echadas y el ventilador mareando un aire caliente como un caldo.
                  En la calle el termómetro llegaba hasta los cuarenta grados arrugando las palmeras y derritiendo el asfalto. Algo normal, por otra parte, estando en pleno mes de Febrero a las cinco en punto de la tarde.
              A esta hora Doña Cinta  sesteaba balanceandose en la mecedora resoplando como una foca, intentando sujetar con los brazos una barriga redonda y prieta, mientras por los coloretes de las mejillas resbalaban panzudos goterones de sudor.
              Era su sino, esperar, toda una larga vida esperando con la esperanza viva de dejar algún día de esperar.
          - Tengo oído que se están poniendo las cosas jodidas para el general.-
              Eso le había dicho por la mañana la “negra” Casilda a doña Cinta, mientras la ayudaba a levantarse de la cama para darle su baño diario de leche de coco.
          -No escatimes con la leche y llena bien el baño que ya sabes que al general le encanta que mi cuerpo tenga sabor a coco.
          Una espesa calma se asienta a lo largo de la avenida del Chaco, que corta en dos la capital, para desenbocar como un rio en la playa del Arenal. Totalmente desierta a esa hora sin un alma que se atreva a cruzarla desafiando un sol que abrasa las piedras.
         En cambio la playa es un homiguero de gente que se mueve como el oleaje. Es la formula barata que utiliza el pueblo para refrescarse y olvidarse del paro y los agobios de la crisis que les esta comiendo a dentelladas hasta las suelas de los zapatos.
           Al menos  dentro del hormiguero, a la orilla del mar, se respira aire fresco sin tener que recurrir dentro de las habitaciones al jodido ventilador que es capaz de tragarse a final de mes el sueldo del subsidio del paro con la habilidad de un canibal hambriento.
      -Esto no puede seguir así ama Cinta. Te digo yo que esta situación cualquier día revienta-.                   -Me cago en la leche Casilda, no seas cuervo de mal agüero, precisamente hoy que es el día de mi celebracion. Anda,anda, ve y prepárame otra vez el baño-.
      A regañadientes y mascullando mil carajos, tomo Casilda el estrecho pasillo que desembocaba en el cuarto de baño. Su cuerpo  ancho y redondo rozaba las paredes empaleladas con grandes flores rosas y lilas que trepaban desde el suelo hasta el techo. A cada paso, el bamboleo de sus nalgas estaban a punto de encajar su desmesurado culo entre los muros.
    -Que dios nos coja confesadas, porque ama Cinta sigue enchochada con el general y no hay forma de hacerle comprender que la situación esta pero que muy jodida. Para ella no existe otra cosa que el general, segundo el general y tercero, eso..., que dios nos coja con los deberes hecho. Llenó el baño hasta el borde con la leche de coco que semanalmente les proporcionaba el Coronel Sarmiento jefe del cuartel general de intendencia, en grandes garrafas de cristal azul, por orden expresa del general.
    -Un lujoso regalo para doña Cinta, porque la leche de coco importada desde Brasil se vendia por un ojo de la cara en el mercado de Chacaritas. Mercado por cierto, exclusivo para uso de las familias pudientes del régimen.
    -Que desparrame virgen de la Caridad. Con la cantidad de niños necesitados que se podían alimentar con tanta de leche, y en esta casa la tiramos por la cañería una vez que el ama se ha bañado. Virgen del Cobre, tu que lo ves todo perdoname. Es que tiene cojones la cosa.
Para que el general le lama las nalgas y se duerma chupandole los pezones hay que desperdiciar cientos de litros de leche. Si el pueblo llegara a enterarse de este despilfarro, que poquito le iba a durar la cabeza en su sitio al general.
Cubrió la bañera con una sábana para que no se evaporase el perfume de coco y  se encamino hacia el dormitorio para buscar a doña Cinta.
     Por el pasillo reflexiono.- Pero tu Casilda, ver, oir y callar, que por eso te ha ido bien en la vida.
    Lo había oído en la radio a las seis en punto de la mañana. Costumbre arraigada desde antiguo por los madrugones a que la sometía el general después de pasar la noche entera en su cama.             
     Entre afeitarse, vestirse y pasar primero por su casa, al general se le iba un tiempo que restaba al sueño con tal de estar puntualmente en su despacho. El que hablaba esa mañana por Radio Patria era el comandante Calleja jefe del servicio de Prensa y Propaganda del gobierno, al que doña Cinta conocía con los ojos cerrados, nada más escuchar su vozarrón castrense.
    -Le he dicho al general, le comentó una tarde a su única amiga Virtudes, que este tío no transmite. Se piensa que todo el país, somos su batallon formado en línea en la explana de su cuartel. Un militar esta para lo que esta y no sirve para locutor de radio. Pues si quieres frijoles Catalina, no me ha hecho ni puñetero caso. Solo le interesa joder y dormir, y aunque asiente repetidas veces con la cabeza cuando escucha mis consejos, en cuanto coje la puerta,  se pasa mis consejos por el forro de los pantalones-.
   -Es que el general es mucho general y siempre los ha tenido cuadrados, le respondió Virtudes-.
   Vivir para creer, porque la noticia que había escuchado a hora tan temprana se multiplicaba dentro de sus tímpanos con la cadencia de un eco. Jamás pensó escuchar algo semejante y menos en el boletín de noticias. Cincuenta años esperándolo sin ninguna esperanza. No se lo creía, por eso dudo al principio, pero después más calmada se contestó:
   -Pero que coño, si la noticia la ha dado Calleja es cierta. Ese capullo no se atreve a mover un labio sin la autorización directa del general. Y mucho menos para soltar este bombazo de madrugada-.
El análisis de la situación la produjo  tanto placer que se hizo pis en las bragas.
 -Madre de dios, como a podido ser. Casilda grito a pleno pulmón, corre, ven, que me he  meado viva.-
   A su aire, sin prisas, apareció Casilda llevando unas bragas enormes de puntillas negras en la mano.
¿Pero ama como te has ido? En lo que yo recuerde jamás has tenido las piernas flojas, excepto para lo que yo me sé.-
 El comandante  Calleja, tal como sonó su discurso, debió ensayarlo varias veces antes de acercarse el micrófono a la boca, era consciente que la más insignificante equivocación en la transmisión de la noticia le costaría el puesto y los galones. El general en cuanto a mano dura no se andaba con chiquitas.
 A medida que las palabras del comandante Calleja fueron disipándole las telarañas del sueño, el rostro de doña Cinta se fue dulcificando:
Aqui Radio Patria con su boletín informativo de las seis de la mañana.Buenos días y buena suerte, a este país feliz que nos escucha.
 -Este comandante debe venir del parque de automovilismo porque va siempre a piñón fijo, musito doña Cinta.-
-Doy lectura a la nota distribuida por la  secretaría particular del excelentísimo general en jefe del estado:
    -“En el dia de hoy nuestro amado general y padre honroso de la patria ha iniciado los tramites para el divorcio de su augusta esposa la primera dama. Seguiremos informandoles en fechas posteriores de como se van desarrollando estos acontecimientos que para nada alteraran la vida cotidiana y el trabajo por y para el pueblo de nuestro amado general.
Cincuenta años esperando lo que se dice pronto, para oir una noticia tan deseada, pero que doña Cinta ya no esperaba escuchar.
 Desde ese mismo momento se le desataron los nervios.
 Corrió para mirarse al espejo y cerciorarse que no le había nacido una arruga de más.
 En su ir y venir del dormitorio al salón y del salón al cuarto de estar tropezó hasta tres veces, arrasando con sus anchas caderas el marco con la foto del general vestido de gala y luciendo la máxima condecoración nacional de Padre de la Patria. Al golpearse el marco de plata con el suelo, se rompió el cristal en mil pedazos, arañando la cariñosa dedicatoria del general: A mi muy amada Cinta, fiel y generosa, descanso del guerrero y freno de mis  inpulsos.
     -Me cago en la puta que pario al dengue. Esto es premonitorio de mal fario ama, así que átate los machos porque nos van a meter una cornada hasta la cepa-.
   Avisó Casilda con gesto desencajado mientras recogía con el escobón los trozos de cristales roto.
  -Eres una jodida negra aguafiestas. Ya está bien. En vez de alegrarte por la noticia y bailarme el agua, te dedicas a fastidiarme con tu maldita supersticion. Un día te voy a retorcer el cuello de gallina vieja que tienes para hacerme un vudú a tu costa.-
  Eran encuentros volcánicos entre ellas, pero pasajeros como una tormenta tropical.
Tenía toda la mañana entera para prepararse pero de pronto le entraron las prisas. Como todos los viernes, el general la visitaría, después del consejo de minitros, sobre las cinco de la tarde. Eran demasiados años siguiendo el mismo ritual, el dormitorio en penumbra con el ventilador a dos velocidades suavizando el aire, la botella de champan francés dentro de la cubitera helada sobre la mesilla, el descalzabotas a los pies del sillón de cuero negro, la percha para colgar el uniforme, dos varitas de pachuli consumiéndose a fuego lento y la luz roja sobre el tocador. Eran las reglas estrictas desde siempre impuestas por el general y que doña Cinta jamás se atrevió a modificar.
   Tampoco tenía ningún interés en hacerlo porque en su fuero interno toda aquella parafernalia le gustaba. como le agradaba esperarle observando a hurtadillas detrás de la persiana de madera la llegada del coche oficial flanqueado por seis motoristas. 
  Desde el primer día que aquel tenientucho subió sus escalones de dos en dos le espero siempre de pie en el salón, así nada más atravesar la puerta le daba la oportunidad de abrazarla.
   Pero este viernes era algo especial, su sexto sentido venía avisándole desde las seis de la mañana de que un hecho muy importante podía ocurrir, algo que cambiaría el rumbo de su vida. Y su sexto sentido no le había fallado nunca.
  -Te acuerdas, le comentó a Casilda mientras la vestía, el día que se presentó la esposa del general. Yo lo venía barruntando desde hacía meses y no me equivoque. Por eso estaba en guardia cuando me acusó de puta ladrona de maridos con muy malos modos y yo muy tranquila le contesté, te acuerdas Casilda, señora en este país el militar que no tiene esposa y querida nopuede  llegar a ser general. Y salió de aquí huyendo con el rabo entre las piernas-.
    Estaba cansada de tanto trajín y los sopores de la digestión la sentaron en la mecedora.
    Su hora de la siesta era sagrada, la casa se llenaba de silencio y se vestía de penumbra,
una calma espesa que se podía cortar con la hoja de un cuchillo gaucho. Antes de quedarse traspuesta alertó a Casilda.
    -Despiértame a las cuatro para perfumarme, hoy quiero estar esplendida, ya sabes queal general no le gusta el olor a zorruno, que bastante tiene  en los cuarteles. Ademas estoy segura que me va a dar una agradable sorpresa-.
  -No te preocupes ama, descansa, y no me hagas caso, ya se sabe cuando más vieja más pelleja, esta noche lo vamos a celebrar por todo lo alto, como cuando dio el golpe de estado hace cuarenta años-.
   Como cada viernes el Cadillac negro flanqueado por seis motoristas tomó la larga avenida del Chaco que aparecía vacia desde su inicio, recordando los antiguos  toques de queda. Todo pura rutina para Juan el chofer y los escoltas que se sabían el camino desde el Palacio del consejo hasta la avenida del Chaco número sesenta con los ojos cerrados.
    Por eso fue grande la sorpresa de Juan cuando se encontró de pronto el camión que acababa de salir de una bocacalle atravesado en la avenida, pisó el freno a fondo hasta casi sacar el pie por el parachoques delantero.
   Bajó la ventanilla con celeridad a la vez que gritaba:
  -Hijo de puta te voy a meter…
   No siguió porque se quedo mudo y petrificado al observar sorprendido el agujero negro y redondo del cañón de una ametralladora asomando amenazadora por encima de la cabina del camión. En cuestión de segundos la tranquila avenida se convirtió en un torbellino de plomo y fuego, los motoristas de escolta fueron los primeros en caer acribillados por una balacera que dejo sus cuerpos como un colador tendidos como muñecos rotos en medio de la calle. Juan en un intento de huida con enormes reflejos, busco escapar por la avenida dando marcha atrás rapidamente pero se la encontró  bloqueada de repente  por una ambulancia que vomitaba fuego con la furia de  un carro de combate. Aún le dio tiempo a Juan a volverse hacia atras y contemplar al general encender un Cohíba sin temblarle el pulso:
    -Me parece que estamos jodidos mi general.-
   -Jodidos no, muertos Juan, muertos.-
La ráfaga de plomo que  entro por los cristales sin misericordia, arraso el interior del Cadillac con la violencia desatada de un huracán. El cuerpo del general acribillado a balazos que salpicaron su uniforme blanco de agujeros negros y rosetones de sangre quedo recostado sobre el asiento con el puro humeante en la boca.                                                                            
     Juan el chofer, murio abrazado al volante y con los ojos desorbitados por la sorpresa.
    Un atentado bien proyectado y mejor ejecutado en diez minutos estaba todo finiquitado.
   Cuando sonó la primera ráfaga Doña Cinta estaba espiando detrás de la persiana como hacia  siempre, y pudo ver horrorizada como las balas convertían la tarde en una carnicería, sin dudarlo, abrió las persianas y salió al balcón, su redondo cuerpo se desbordó en carnes por encima de la barandilla de hierro buscando despavorida el coche del general, presagiando la catastrofe.
  Desde la cabina del camión alguien que la vio, le grito:
   -¡Eh tú mujer quien coño eres!-
    Doña Cinta irguió el cuerpo, levantó la cabeza, se secó las lágrimas con su pañuelo de encajes y respondió con un orgullo que le salió de alma.
   -Yo era la querida del general, a mucha honra.
      Fue todo lo que le dejaron decir porque la metralleta escupió plomo y su cabeza se abrió como una sandía.

LA NOCHE DE LOS GENERALES



LA NOCHE DE LOS GENERALES


-                      ¡Que sí, que ha llamado el comandante ayudante, que preparemos a las chicas de siempre que esta noche vienen los generales a joder
-                      Eso le grito desde el fondo del salón rojo la “china” Salome, a la “negra” Pureza dueña del prostíbulo.
-                      La tarde había estado borrascosa metida en tormenta con lluvias intermitentes que refrescaban el insufrible bochorno de todo el día, algo muy habitual a mediados de Julio. Por contra dentro del bonito chalet colonial que se  levantaba al final de la avenida Libertad y Democracia el aire acondicionado funcionaba a tope suavizando el calor húmedo y pegajoso de la calle.
¿Estas segura Salome? Mira que hoy es día quince y esos mandamases vienen siempre a final de mes.
Tenia razón la “negra” Pureza en dudar porque no era normal que los militares adelantasen tanto su visita mensual, rompiendo unas normas de seguridad y una costumbre arraigada desde hacia años.
¡Que si ama Pureza ¡hoy a las diez de la noche los tienes aquí con todo su ejército de escoltas, ya sabes que el comandante ayudante no habla, ¡da órdenes!
No le gustaba nada a la “negra” que tan de repente le cambiasen sus hábitos. No le gustaba porque la llegada imprevista de los generales era poner su casa patas arriba, con los escoltas registrando hasta debajo de los cimientos porque no se fiaban ni de sus sombras. Registraban desde el salón de visitas hasta el sótano y habitación por habitación sin ningún respeto ni miramiento. La reventaba que le mangoneasen el negocio, porque era evidente que nada mas oír desde lejos las trepidantes sirenas de las motos, los clientes habituales salían escopetados antes de que los guardaespaldas los sacasen del  chalet a patadas, dejando la caja registradora  tiritando después de la precipitada huida y esas pérdidas, iban a beneficio de inventario, una putada . Y eso que la “negra” Pureza los tenía bien puestos como demostró cuando le dijo clarito al general de caballería el “indio” Batista : Mira general aquí serás siempre bienvenido, pero que sepas que en mi casa y en mi coño mando solamente yo.-
Pero se tuvo que acostumbrar a que los servicios de seguridad husmeasen como pastores alemanes por cada rincón del chalet.
Que la visita la realizasen al final de cada mes no le importaba, muy al contrario la beneficiaba, porque la clientela habitual de divorciados que no se comian una rosca, casados salidos de madre y jubilados enganchados a la viagra, no cobraban hasta primeros de mes.
Además, aunque los generales no pagaban sus servicios, las consumiciones de cubatas, mojitos y caipiriñas que se soplaban el ejército de guardaespaldas, la recompensaba con creces. Nadie se atrevía a revisar las facturas que firmaba sin rechistar el comandante ayudante, lo que le permitía a la “china” Salome, la administradora, quintuplicar los whiskys y el champán que se bebían los generales con sus parejas.
Pureza se lo tenía advertido : El día que nos cojan Salome, nos cierran el negocio y nos ponen en la puta calle.
_Que no mujer, la tranquilizaba la “china” yo les meto el “clavo” bien metido y llevo las facturas a Capitanía, allí las revisa un sargento furriel que tiene más miedo que vergüenza y al que le dejo que de vez en cuando se ponga ciego con la “cholita” Griselda que tiene  marcha para tirarse a un batallón de la Guardia Nacional. Y además ama a que vienen tantos remilgos si en este jodido país roba hasta el  que hace el dinero.
Digerida la sorpresa todo el mundo entró en una frenética actividad. Los generales eran de distinto gusto y a cada uno había que darle con el punto que exigía, no en vano El Erika se había encaramado  al numero uno de los prostíbulos del pais avalado por la calidad profesional de sus mujeres, el respaldo de los generales y de algún chupatintas del ministerio de la policía. Todo un éxito para la “negra” Pureza que la convertía en reina de la noche, donde se movía a sus anchas con un estilo y una clase que la separaba años luz de sus pupilas. Aunque tenía bien asumido despues de tantos años, el rechazo de una sociedad conservadora e hipócrita hacia su persona por el papel que representaba ser la dueña de una casa de putas y encima negra.
Casa de citas coño, se cansaba de repetir, porque tienen que enmierdar una cosa tan bonita como el sexo y una profesión tan normal como ser secretaria. Ya me gustaría ver a alguna de las meapilas que nos temen como a la sifilis metidas en la cama, haciéndoles  guarrerias a sus maridos de las que no se entera nadie porque quedan en el anonimato de la alcoba, unas putas de noche y santas de día.-
La “criolla” Crisálida tomo de inmediato el mando de la organización, como siempre, ella era la jefa indiscutible de puertas para adentro desde que desembarcó del transbordador “General Perón  “procedente de Buenos Aire, en donde regentó durante muchos años “La Cumparsita” el cabaret preferido de la Junta Militar, hasta que un desenlace amoroso totalmente imprevisto la hizo huir de su fracaso buscando el olvido.
Empezó por supervisar las cuatro habitaciones que como costumbre inalterable ocupaban los generales, con especial atención a la numero uno que utilizaba el extravagante Getulio, el general que hasta para joder marcaba el territorio de su liderazgo.
Después se ocupó del salón y de almacenar las bebidas en los anaqueles de la pequeña barra para que no les faltase de nada a aquel ejercito de policías y militares que desembarcaban como los americanos en Normandía, bebiéndose hasta el disolvente de la pintura de uñas y que volvían a los cuarteles borrachos como cubas.
Lo de las “niñas” como le gustaba llamarlas si era cosa de Pureza. Se sentía en su salsa eligiendo y aconsejando los modelitos de ropa interior, y el color de los “deshabilles” que cada una debía llevar. Renacian en ella viejos recuerdos de su juventud, cuando lucia un cuerpo de Venus de ébano en la pasarela de las fiestas del Partido Único del Pueblo Libre, aplaudida y deseada por los miles de militantes y miembros del gobierno, y que terminaban ya de madrugada en la cama del dictador.
-Al general le importaba un carajo, le contó recién llegada a la “criolla” Casilda, fíjate, su chofer me llevaba directamente desde la puerta de la convención hasta el mismísimo palacio presidencial, porque al señor le gustaba joder en su cama. A su mujer la pobre le daban una patada en el culo hasta el día siguiente. Eso si, yo le cobraba un peso simbólico, porque una tiene que hacer valer su reputación. O jodes por amor o follas cobrando, no hay vuelta de hoja para una puta.
Las hizo reunirse en la salita rosa del primer piso junto a su dormitorio y las habitaciones VIPS. Veinte pupilas sentadas en el sofá redondo a su alrededor atentas como primerizas.
-A ver niñas, que los generales han adelantado su cita inesperadamente, no se que coño se les pasa por la cabeza, pero nosotras a lo nuestro. Quiero veros a todas bien pintadas y vestidas de calle, para atender a esa pandilla de chulos borrachos. Nada de sobeos, y al primero que se sobrepase me lo decís que va a durar menos que un bocadillo de atún en las “favelas” del Chaco. Y vosotras se dirigía a  las cuatro de siempre, tu Zoraida te pones el tanga negro del Play-Boy y la diadema con las orejitas de conejito que tanto le ponen al general, tu Sabina le esperas directamente en pelotas porque Getulio vendrá salido y con el paquete brincado. A ver Virginia al tuyo que siempre exige una sorpresa que te parece si te disfrazas esta vez de caperucita roja y al viejo de lobo. Me quedas tú Maimona y lo tienes bien jodido como siempre con la manía del “indio” Batista de montarte con la pistola, las botas y espuelas, menos mal que solo es una noche, cada mes.
Las “niñas”, no tan niñas, porque las cuatro favoritas rondaban los cuarenta años, se pusieron de inmediato manos a la obra.
No le gustaba nada a la “negra” Pureza que le tocasen a las niñas y mucho menos que alguien se metiese con su edad. Por si alguno de sus clientes no lo tenia claro solía explicarlo alto y diáfano.
-A las mujeres de esta casa hay que valorarlas por su profesionalidad y experiencia, lo demás son ganas de joder la marrana. Y el degenerado que quiera joder con niñas que se vaya al jardín de Venus,  allí a lo mejor se encuentra con una de sus hijas.
Sabia por propia experiencia que las cuarentonas tenían una edad cuajada y además la que exigían los generales. No como aquel comandante recién llegado a la embajada de España de agregado militar, un tal Porriño paisano de Franco, que el día que le invitaron al Erika, se atreviò a levantar la voz en el salon rojo para criticar:
-Vaya legión de putas viejas, estas en mi país son desechos de tienta.-
Un terremoto con el epicentro en el salón rojo no hubiese ocasionado mayor cataclismo.Cuando se lo contaron a Pureza le faltó tiempo para plantarse en la habitación del viejo Alvarado al que pilló en calzoncillos.
-Mirá viejo, ahí abajo hay un gallego cabrón poniendo a mis niñas a caer de un guindo. Lo corres tú, o bajo yo, le pregunto por su puta madre y le corro a palos hasta España.-
-Fue un misterio la súbita desaparición del comandante Porriño. Algunos escoltas aseguraron que vieron como lo subían a un helicóptero cargado de presos políticos en su último viaje al centro del Atlántico.
-Puros chismorreos cuarteleros comento el jefe de seguridad. Lo cierto es que el embajador español le dio cuarenta y ocho horas para reintegrarse a su cuartel en La Coruña.
Pasaban solo minutos de las diez de la noche cuando la avenida Libertad y Democracia se lleno de policías que acordonaron las aceras cortando el tráfico y desviando a los peatones por las callejuelas laterales.
Primero pasaron las motos convirtiendo la avenida en una feria de luces intermitentes y ruido de sirenas. A continuación los Dodges negros de los escoltas blindando la comitiva a ciento ochenta por  hora y en el centro los cuatro Rolls de los generales relucientes como cuatro soles, enarbolando los estandarte de su generalato.
Como siempre el primero en bajarse del coche y subir la escalinata fue Getulio jefe del estado mayor, le seguía con sus piernas arqueadas recién bajado del caballo el “indio” Batista.
-La “negra” Pureza muy digna vestida con un traje rojo que realzaba su belleza de reina africana, los esperaba en el salón de visitas excepcionalmente iluminado.
-Tuvieron que esperar al “turco” Somoza que ayudaba al viejo general apoyado en su antebrazo a subir los escalones.
Fue el viejo Alvarado el único que se atrevió a besar en la mejilla a Pureza. En realidad era el único que tenia licencia para hacerlo pero sin pasarse un pelo, conocida su afición a tocar el culo de las chicas.
-Vamos al salón rojo, indico Getulio, iniciando la marcha y dejando a los guardaespaldas en el salón de visitas.
Pureza les siguió sorprendida e intrigada por aquel cambio tan radical en sus costunbres.
Caminaban de uno en uno clavando con fuerza los tacones de las botas en la alfombra persa que chirriaba dolida en su trenzado de seda.
Conociéndole, el gesto serio del “turco” Somoza no presagiaba nada bueno.Mientras en el salón rosa del primer piso esperaban las cuatro “niñas”, cada una metida en su papel y sorprendidas por la  tardanza, lo que a la francesa Sabina tan desnuda como su madre la trajo al mundo, la ponía de los nervios y la carne de gallina.
-Me cago en la madre que los parió, estallo la francesa, se puede saber que coño les pasa a estos tíos que me van a hacer coger una pulmonía.
Entraron en el salón y antes de sentarse pidió el “indio” Batista.- “Negra”, cariño, pide tres botellas de whisky y una de ron con mucho hielo que hay que refrescar el gaznate.
-Déjate de coñas general que tú y yo estamos hechos de cobre viejo.
El viejo Alvarado se derrumbo en el sillón, apartó la pistola, se descalzo las botas altas y sin protocolos planto los pies encima de la mesa.-Me debéis una me cago en la leche, cuando se ha visto venir a  un prostibulo a hablar de politica y no joder. La buena vida os esta amariconando y me preocupa que se entere la tropa y os terminen dando por el culo.
-Menos cachondeo joder, vamos a ponernos serios señores que la situación es una bomba y no esta para guasas, grito Getulio. Baja la voz coño, corto Somoza, que tu aquí eres uno mas.
-No se que os traéis entre manos pero poco vais a conseguir si empezáis por pelearos. Tranquilizaros, voy a pedir las bebidas.
Fue la única manera de serenar los ánimos y templar los nervios.
El “turco” Somoza, jefe de la guardia nacional y la policía secreta combatía su nerviosismo paseando eléctrico de un lado al otro del salón. Por la mañana bien temprano había recibido la llamada de Alvarado general de las fuerzas especiales y la DIM (Dirección Inteligencia Militar) comunicándole sus sospechas.-“Turco”, aprieta el culo porque estas en el filo de la navaja, el gran “padrecito” te ha enfilado, ya no le gustas, eres poco de fiar, tengo informes de mis hombre que te quiere sustituir por Andino para ponerte con el culo mirando a Guatemala.
A partir de ese momento a Somoza apodado el “turco”por sus rasgos cetrinos y la ascendencia marroquí de sus abuelos, se le pego la camisa al cuerpo de puro miedo y el pánico se le agarró a la boca del estomago.
-La puta que parió viejo, me dejas de piedra.Pero como coño se puede enterar tu banda de espías del tres al cuarto más sordos que una tapia, de lo que maquina el Presidente, mientras que a los
guilipollas de mi policía secreta se la meten doblada.
El viejo general con mas conchas que un galápago del Amazonas se echo a reír  disfrutando como un enano de ver al “turco” sudando y sufriendo.-Muy fácil general, porque los “cornudos” siempre son los últimos que se enteran.
En ese momento entro en el salón la “criolla” Crisálida empujando el carrito de las bebidas.-Si quieren algo mas llamen al timbre.
-Ojo, si el mamonazo de Andino consigue hacerse el hombre fuerte del “padrecito presidente” nos huele a todos los aquí presentes el culo a pólvora, intervino Batista mientras se servia en un vaso mucho ron y poco hielo.Pero  el “indio” Batista no era precisamente un “arrugado” que se acojonase fácilmente, hasta ese día le había costado mucho sacrificio y sangre conseguir las cuatro estrellas de plata desde que ingreso con quince años en la academia militar de suboficiales. Además el “padrecito” de los descamisados, el caudillo libertador, el padre de la patria, y otra tanda de títulos con las que se auto complacía el presidente vitalicio por la gracia de dios, le debía al “indio” el gran favor de estar sentado en el sillón del palacio nacional gracias a que sus tanques ganaron rápidamente la calle y masacraron a la guardia pretoriana del general Huerta el anterior dictador.
-Getulio le adivino el pensamiento.
-No te creas que porque le salvaste el pellejo al “padrecito”, va a tener consideración contigo. Si caes en desgracia te espera el exilio muerto de hambre o una balacera en una emboscada. A este cabrón no le valen las medias tintas.- Y lo afirmaba Getulio que era quien mejor le conocía, desde que salieron juntos de Las Caudillas su pueblo natal para alcanzar el generalato en una carrera de “trepas” meteórica y espectacular. Siempre juntos en el mismo escalafón, en los mismos cuarteles, en los mismos ascensos, juntos como dos hermanos, hasta que primero, surgió Chevita y Chevita enamorada eligió al “padrecito”, y luego cuando como jefe del estado mayor preparo el golpe contra Huerta y lo fabricó el solito pieza a pieza, con precisión alemana, un golpe bien engrasado, solo a falta del día “D”, y entonces se le adelanto el Caudillo Salvador, su amigo del alma, para sentarse en el sillón que ya habían tapizado para él. No se lo perdonó y el Caudillo que lo tenia mamado le dejaba mandar pero no se fiaba.
-Las palabras de Gertulio hicieron intervenir a Somoza.
.-Ni medias tintas ni enteras. Cuando te sentencia no le tiembla el pulso. Me acuerdo de la emboscada que le preparamos al pobre general Carranza y su escolta cuando iba a tomar posesión de la capitanía de El Yunque, los ametrallamos mientras dormían al raso. Fue una orden directa de el cuando le informe que mi policía había descubierto ciertos coqueteos de Carranza con el embajador de
Estados Unidos para derrocarle.- Todos asintieron menos Alvarado que se levanto con dificultad y encaminándose hacia la puerta aviso: voy a mear.
En el pasillo se encontró con la “china” Salomé y no pudo resistir la tentación de tocarle el culo. Mientras sentía esa satisfacción celestial que penetra los sentidos cuando se aligera la vejiga, se reafirmó en su creencia de siempre de que sus tres compañeros eran de poco fiar.
-Que cabrones, pensó en voz alta, cara al azulejo, mucho criticar al “padrecito” y cualquiera de los tres seria capaz de fusilarme con tal de sentir el calor de mi aliento en la calva de su nuca. Me subestiman por creerse mas listos, pero en este juego de te quito a ti para ponerme yo, quien ríe el ultimo es el que se descojona de la risa.-
-Se le vino a la memoria, así de pronto, que ya había sobrevivido a cinco golpes de estado y a tres dictadores distintos.-Saber nadar y guardar la ropa, esa es mi divisa para sobrevivir en esta jungla de hienas.-
-Nunca a lo largo de su carrera tuvo la ambición de hacerle sombra al dictador de turno y eso le había blindado contra la desconfianza del mandamás. –Se vive mucho mejor de general que de presidente, yo hago lo que me sale de los cojones y el Presidente en cambio esta preso del protocolo y sus miedos. ¿Que manda mas? Y a mi que carajo me importa si tengo todo lo que necesito en este país de mierda con solo dar una orden.
-Se la sacudió de arriba a abajo hasta escurrirse las últimas gotas que le salpicaron las perneras de los pantalones bombachos. Camino del salón se tropezó con la “negra” Pureza que andaba muy mosqueada con tanta reunión secreta. El viejo no se atrevió a tocarle el culo por miedo a la respuesta. ¿Qué coño pasa ahí dentro “viejo”?.-Tranquila “negra” déjalos, se aburren y de vez en cuando les gusta jugar a los “generalitos”. Una chorrada que me aparta de echarle un polvo a mi Virginia.- Lastima, se regodeo Pureza, porque hoy te esperaba con una sorpresa especial.- Cabrona me estas poniendo los dientes largos, esta me la debes ya sabes que ni olvido ni perdono.
-Cuando entró en el salón hablaba Batista.
-Escúchalo tu también, que tienes la gran habilidad de escaquearte cuando tomamos decisiones importantes y comprometidas. Hay que darle ya matarile a Andino, muerto el perro se acabo la rabia, si lo preparamos bien parecerá un atentado terrorista de los “tupamaros” y el Presidente no tendrá mas cojones que tragar.
No estaba muy de acuerdo Getulio con aquella iniciativa. Se levanto del sofá dejo el vaso vacío de whisky y lleno otro hasta el borde con un solo hielo, cruzó hasta el centro del salón y miro a Batista.
-“Indio” como siempre apuntas bajo. No entiendo como coño tus tanques son capaces de acertar en el blanco. Tienes que apuntar mas arriba joder y lograr un dos por uno.-
Un silencio espeso se adueño del salón. No se oía ni el aleteo de una mosca. Dar el paso adelante era arriesgado y comprometido. A más de uno el recuerdo de Carranza le electrizo el espinazo.
Somoza que era quien lo tenía más crudo tomo la iniciativa.
-De acuerdo Getulio tu preparas la estrategia, yo me encargo de sublevar los cuarteles y de Andino. Cuenta con que Batista saque los tanques a la calle y rodee el Palacio Nacional, todo bajo control.
¿Y tú Alvarado en que plato comes?
-La indirecta era un navajazo a la yugular. Con una calma calculada levanto la vista, apago el cigarro, dejo el vaso y contesto Alvarado: Mira “turco” yo no como, la experiencia me ha enseñado a tragarme los sapos sin masticarlos, de eso tengo las muelas picadas y los colmillos retorcidos, así que no me toques las pelotas que las tengo hinchadas de oír guilipolleces.- Volvió la cabeza hacia Getulio y le pregunto directo y claro.- Dime y una vez que derroquemos al dictador mandándole a freír puñetas, quien va a sustituirle en la presidencia.-
La pregunta por inesperada explotó como una bomba en el centro del salón rojo. Los tres generales se miraron atónitos y desconfiados. Pero Getulio reaccionó con reflejos de pantera temiéndose una guerra antes de empezar la guerra.
-Nombraremos una Junta de Salvación Nacional integrada por nosotros cuatro. Nos repartiremos cuatro áreas de gobierno, Defensa, Seguridad, Exteriores y Economía. Las decisiones serán  colegiadas. No habrá ninguno por encima de los otros, así “tutti contenti”, conforme “viejo”.-
-Perfectamente general.Lo primero es lo primero, y tal como se desarrollen los acontecimientos ya veremos. Pero rectifica, seréis un triunvirato, a mi me dejáis donde y como estoy.-
-No les sorprendió la actitud “gallega” de Alvarado, mejor, un gallito menos, a la vez que ayudó a rebajar una tensión que por momentos se pudo cortar con un cuchillo.Por primera vez los cuatro  generales se ponían de acuerdo en hacer algo que no fuese irse de putas.
-La suerte está echada, sentenció Somoza, y al que se le ocurra echarse para atrás, tiro en la nuca.
-Efectivamente, después del acuerdo ya solo quedaba ponerle fecha y hora al día “D” para ejecutar el golpe de estado, y derrocar al “padre de la patria”.
-Voy a mear.- ¿Otra vez “viejo”? – Si coño y las que hagan falta. – La jodida próstata ¡eh ¡ - Y un carajo.
-Fue abrir la puerta acristalada del salón que daba al pasillo y pura coincidencia desde las entrañas del coche-bomba bien aparcado junto a la terraza del salón surgió un huracán de hierro y fuego arrasando el chalet del que solo quedaron en pie los pilares maestros y la cocina. A los tres generales, pillados por sorpresa no les dio tiempo ni a rezar un padre nuestro. Una gigantesca bola de fuego les paso por encima como la estela de un cometa loco abrasándolos vivos.
-A Alvarado tampoco le dio tiempo a alcanzar el urinario y mear, la onda expansiva le empotró su cabeza contra una columna estallando como una sandia. En cuestión de segundos se habían desatado  todos los demonios escondidos en el maletero del coche-bomba, llevándose por delante a todo el ejército de escoltas y fornidos guardaespaldas que borrachos como cubas se fueron para el otro mundo con cara de tontos.
Algunas de las “ niñas “ de ama Pureza gemían heridas bajo los escombros, de un Erika destruido del que solo quedaba en pie la zona de la cocina y el reclamo luminoso de la calle que seguía dando la bienvenida a los clientes ajenos al magnicidio. Hasta lo que había sido puerta de entrada llegó la “china” Salomé con el pelo y la ropa chamuscada, totalmente desnuda.
-Por la larga avenida Libertad y Democracia no se observaba un alma. Los semáforos continuaban intermitentes con sus guiños esteriles huérfanos de coches, recordando los toques de queda de otros tiempos.
-A su espalda las llamas proyectaban la sombra sensual del cuerpo desnudo de la “china” Salomé sobre la acera. No pudo reprimir una carcajada cuando vio aparecer a Virginia disfrazada de caperucita roja, después se hecho a llorar.-
.-Pero que coño hemos hecho nosotras para merecer esto. Si solo somos prostitutas que nos ganamos la vida trabajando honradamente.
.-Putas,”china”, no lo florees, somos putas, y estos cabrones mal nacidos nos han arruinado la vida sin comerlo ni beberlo.
¿A dónde voy a ir ahora con cuarenta años largos a explotar este coño?
-A la “negra” Pureza la onda expansiva la mando a freír puñetas de lado a lado de la cocina, moviendola como un pelele. Conmocionada, todavía tuvo fuerza para apartar los escombros ponerse en pie y devolver al sujetador la teta que se le había salido en la caida. Por el pasillo se tropezó con el cuerpo roto de Alvarado que retenía en su rostro un gesto esculpido de incredulidad.
.-“Viejo”, a mi me han jodido bien estos hijos de puta, pero a ti te han puesto un piso en el otro barrio, y encima sin poder tocar un culo.
-A la “criolla” Crisalida se la encontró muerta debajo de un guardaespaldas que ocultaba su cuerpo desnudo tumbado sobre un sofá destripado.
.-¡Ay Crisalida¡ te advertí que no te metieses en esos charcos. Te gustaban demasiado los hombres y ya ves ni el último polvo te han dejado disfrutarlo. Descansa en paz “criolla”. De pronto, la avenida se inundó de sirenas que trepanaban los tímpanos, de luces azules que iban y venían enloquecidos, todo un caos de ambulancias sin heridos y vehículos militares en estampida, buscando la salida de la avenida.
-Sentadas en la escalinata del chalet la “negra” Pureza, cepillaba con ternura los pelos chamuscados de la “china” Salome. Virginia, le trajo una cortina para taparla, aunque el calor sofocante del  incendio invitaba mas a quedarte en pelotas.
-Hasta que aparcó derrapando el coche de policía frente a ellas, no se levantaron. De la parte delantera se bajo un oficial gordo con cara de ratón que las radiografió de arriba abajo.
.-Los “tupamaros” han atentado contra el Palacio Nacional, y han asesinado al presidente y al general Andino. Busco al general Somoza. ¿Y aquí que ha pasado?.
.- Nada se adelanto la “negra” Pureza, que dábamos una fiesta y ha estallado la piñata mandando a la mierda al “turco” Somoza y sus tres amigos.
Al “poli” la respuesta le sonó a cachondeo se metió en el coche y arranco cabreado, huyendo de la quema.
.-Y ahora que hacemos “ama” pregunto la”china”.-
.-Ahora, prepararnos para reconstruir el chalet y que puedan venir a joder los nuevos mandamases.-