EL ORIENTE EXPRESS
Quien me lo iba a decir. Ni en sueños hubiese podido imaginarlo. Impensable te lo digo yo. Si, aquí y ahora sentado en un velador de este viejo café Central, mano sobre mano, sin hacer nada. Con todo el tiempo del mundo para malgastarlo, según dicen. Aunque un escéptico crónico como yo, de lo que digan otros no me creo nada. A saber de que experiencias mamaron tantos listos para pontificar orbi et urbi con sus consejos. Que tenia que llegar este día estaba señalado de antemano con una cruz en el calendario. Pero durante toda tu vida laboral jamás llegas a asimilarlo. Primero te haces el remolón, juegas al despiste, te auto engañas y sueles mirar para otro lado esperando un milagro. Pero los años son los años que coño y hasta los milagros se los ha llevado por delante esta jodida crisis. Que si Jacinto, que lo que ves son canas. Canas blancas como un alud de nieve que acaba de cubrirte la cabeza. Fíjate bien en la imagen que te devuelve el viejo espejo azogado de la pared de enfrente. Eres tú. Observate bien. Ni tan siquiera te esfuerces en resistirte, seria una guerra perdida contra el tiempo. Bueno, ese tiempo que dicen que ahora te va a sobrar a espuertas. Tiene cojones. Ahora que lo noto, tengo frío. Me sube aguijoneándome las pantorrillas desde los pies. Será la corriente de esa maldita puerta que no deja de abrirse y cerrarse con tanto trasiego de viajeros. O mas bien, puede que sea cosa de los huesos que se van enmoheciendo lentamente por dentro. Achaques de la tercera edad se consolaba mi Dominga. Pura sumisión ante lo inevitable, me digo a mi mismo, porque a mi esas situaciones no me consuelan, todo lo contrario, me joden un monton y me deprimen. Llevo media mañana ojeando periódicos de ayer y revistas sobadas pasadas de fechas y he llegado a tener la sensación de que hoy no es hoy. De que este presente es pasado. No deja de ser curioso como se dilata el tiempo y como las horas parecen espesarse dentro de un reloj de aceite, cuando pretendes utopicamente que el pasado sea futuro. Como una cuchillada me llega a los tímpanos el chirrido del frenazo en seco del tren de mercancías. Es un chirrido metálico peculiar, seco y agudo que lo distingue perfectamente del frenazo suave y alargado de los trenes expresos. Lo tengo oído tantas veces, que hasta en sueños me penetra como un taladro hasta la nuca. Ya viene Edelmiro a mi encuentro. Ya era hora. Sírveme lo de siempre Edelmiro, un café en vaso largo con la leche muy caliente y sacarina. Lo tengo que pedir para matar el tiempo y el frío. Para matar el tiempo, he dicho bien, y a la vez licuar las horas de espera, porque no se que coño hacer durante todo el dia con tanta inflación de segundos y minutos. Que conste que no estoy arrepentido, he sido lo que quise ser, que no es poco en estos tiempos que corren. El tercero de una generación de maquinistas. Los glóbulos rojos del tren que te inundan la sangre y te caen en cascada desde la cima de los genes. Aunque mi verdadero sueño jamás cumplido hubiese sido conducir la maquina de carbon del Orient Express. Vaya lujazo. Conozco bien al pobre de Edelmiro, toda su vida pegado a una bandeja. Miralo alli viene con sus andares de pato mareado arrastrando sus pies planos por las losetas. Pero es feliz . Y esta como loco por jubilarse. El pobre no sabe lo que le espera. Así visto desde fuera la vida de un jubilado parece un cuento de hadas. La gloria celestial. Pero ya veras Edelmiro cuando la soledad te aplaste inmisericorde contra las cuatro paredes vacías de tu casa. ¿Angustia? Eso queda para los antiguos. Ahora lo llaman ansiedad que queda mas fino. En realidad puedes llamarlo como te de la gana. Intuyo que esa circunstancia debe ser la misma sensación que percibe el ahorcado cuando el nudo de la soga se ciñe al cuello. Busca el oxigeno desesperadamente, se ahoga, intenta respirar, nota como el dogal de cañamo le oprime poco a poco la garganta y le va cerrando el camino a los pulmones, entonces, te despiertas sobresaltado de esa pesadilla y compruebas desprotegido el desamparo de tu cama vacía. De tus sabanas frías y esteparias. Son las noches interminables Edelmiro, las que te arrastraran hacia adentro de un túnel negro sin salida. Han sido cuarenta años colonizando la oscuridad de la noche con la potente luz del faro de la maquina diesel , para que ahora pueda disolver esa visión permanente como un azucarillo. Tal vez me quede a comer, he leído en la pizarra de la entrada que los viernes rebajan el precio del menú del dia. ¡Cuanto echo de menos tus comidas, Dominga! Queda todavía tiempo hasta la noche en que empezaran a pasar los trenes expresos. No te enfades conmigo cariño. Es una decisión bien meditada que ya no tiene marcha atrás. Ya se Dominga que no he tenido la delicadeza de contar con nuestros hijos. No me lo reproches. Estoy convencido que no lo entenderían. Mira quien llega ahora justo a la hora del aperitivo. Si , soy yo, Lisardo González, pero no me saludaras. Te haras el “longui “ mirando para otro sitio. Ha sido dejar de trabajar y olvidarte de que existo pedazo de cabron. Igual que tus jefes que me lamían el culo cuando estaba en activo. Hipócritas. Les podía mas el miedo . Desde que convoque la huelga de maquinistas del noventa y cinco no se atrevían a llevarme la contraria. Pero tu Lisardo , aprendiz de “trepa “, buenas zancadillas me pusistes para intentar quedarte con mi plaza. Todo por celos profesionales. Lo que no te esperabas era mi renuncia. Menuda sorpresa cabroncete. Te acuerdas Dominga, lo tenia decidido, desde que informatizaron la conducción de los trenes renuncie a reciclarme. Demasiado fuera del tiempo. Ademas no estoy creado para la informática, me sobrepasa, debe ser cariño que formamos parte de otra generación mas humanizada. En cambio tu Lisardito, te pasástes meses envenenándote la sangre y quemandote las pestañas, estudiando unos libros que eran jeroglificos para tu cerebro de mosca. Así te ha ido en la vida. Una angina de pecho y a despachar camisetas en el economato de la Renfe. .Buena carrera si señor. Pensándolo bien me preocupa que las cartas no lleguen a sus destinos, aunque he tomado la precaución de enviarlas a dos remitentes distintos no me fío de Correos. Te cuento Dominga, el otro día por la tarde me encontré a Lolita Gracia, tan emperifollada como siempre. Pienso que me tiro los tejos. Antes siempre me preguntaba por ti. ¿Que tal Dominga, se esta restableciendo?. ¿Cuando va a salir Dominga a la calle?. Pero desde que paso lo que paso, cada vez que me la encuentro me deja un aviso. Jacinto, te veo muy descuidado. Piensa que un hombre solo debe tener a alguna persona que lo cuide. ¿Que te parece Dominga tu gran amiga engatusándome para ponerte los cuernos?. Tenias que haberla visto luciendo una pamela rosa para ocultar la calvicie. Pese a que estaba lloviendo no me quitaba ojo. Hija mia, me hizo una radiografía de los pies a la cabeza con paradas intermedias a la altura de las entrepiernas. Lo siento por ella Dominga, pero no tengo el cuerpo para “ligues” de cama. No te irrites, ya se que es tu mejor amiga, pero le sigue gustando presumir de virginidad. ¡A sus años!. Te repite, jamás un hombre me ha puesto una mano encima, que una siempre ha sido muy suya. Pues que bien. A mi todas esas insinuaciones me dejan frío. Otra vez la jodida corriente de la puerta entrando como un cuchillo. Soy incapaz de ponerles nombres a tantos rostros anónimos de viajeros que deambulan colgados de una maleta como espectros. Si Dominga, yo también me he convertido en un espectro. Un simple esqueleto que tiene sus días contados. No me regañes otra vez, admito que me sobra el tiempo, que debería ejercer de jubilado y refugiarme en el hogar del pensionista a jugar al domino o al “ tute “. Y una mierda. Perdón, perdón, perdóname mujer, pero me ha salido del alma. Compréndelo. Me resistiré como gato panza arriba a envejecer rodeado de viejos decrépitos contando “batallitas” y que solo saben administrar con resignación los días de su cuenta atrás. Voy a pedirle a Edelmiro una “ caña “ con aceitunas. Esta vez ha sido rapido. Magnificas, se nota la mano de Tomasa la cocinera en el aliño. Tomillo y ajo y orégano en su punto justo. Una institución. Cuentan que tiene tantos años como esta vieja estación. A saber, porque la estación dicen que la proyecto Eiffel, el mismo de la famosa torre de Paris. Interesante. En esta ciudad siempre han sido muy modernos, ¿verdad Dominga?. Presumen de ello como los nuevos ricos presumen de “ Mercedes “. Lagarto, lagarto. ¡ Joder ¡ me estoy meando y no se si llegare a tiempo a los urinarios. Vaya ridículo si vuelvo con el pantalón chorreando. Admito que no seria la primera vez. Ya se, ya se , mujer, que me lo tenias advertido. Jacinto tienes que operarte de una dichosa vez la próstata, te esta afectando psicológicamente. Ni caso entonces y menos ahora que ya no puedes regañarme. Entiéndelo mujer soy aprensivo por naturaleza. Sabes que me aterroriza el dolor, la muerte lenta con la que te corcome el cáncer. Si lo tengo, ahí se queda, prefiero ignorarlo y que sea lo que dios quiera. Esta anocheciendo, sin darme cuenta he tirado otro dia a la basura. Es mejor contar hacia atras. Mejor, ignorar lo que puede depararte el futuro. El largo plazo, que inapelablemente ya no es aquel pistoletazo de salida. Sibilinamente ha ido mutando lentamente en meta fija. En una meta que inexorablemente se encuentra a la vuelta de la esquina. Cuan lejos están aquellos tiempos en los que soñaba un dia si y otro también con conducir el Orient Express por media Europa. Ahora prefiero esperar al tren sentado en un banco del anden. Aquí tienen a gala presumir de puntualidad. Dominga no te enfades conmigo, por favor, sorpresivamente, te fuiste demasiado pronto. Lo puedo decir mas alto, pero no mas claro. Hijos míos jamás aceptare vivir en una residencia de ancianos, rodeado de viejos desahuciados y viejas desdentadas que llevan esculpida en las arrugas la sonrisa de la muerte. Asumo mal que me pese, que la vida es como es y no como yo la hubiese idealizado. Tu muerte cariño fue para mi una puñalada trapera, una hijoputada descomunal que no he superado. Fue llover sobre mojado. Primero la jubilación con su correspondiente patada en el culo. Después, el desgraciado accidente mortal de tu hermana que nos obligo a cancelar el viaje que teniamos programado en el Orient Express para celebrar las bodas de plata. Y a continuación, sin tiempo para asimilarlo, tu muerte. ¡Que fuerte! ¿La maldición del Orient Express?. Nuevamente el apretón retorciéndome la próstata. Tengo unas ganas enormes de mear y los urinarios están al final del anden. Seria de cachondeo si pierdo el tren por estar meando. Tal vez si me doy prisa... El caso es que en las cartas lo explico con claridad para que no queden dudas y se eviten especulaciones. Nunca imagine que una depresión tan fuerte anulase mi voluntad. Que por esta estación no pasa el Orient Express, lo doy por sabido, así que no me lo repitas mas mujer. Estas de machacona esta noche que no hay quien te aguante. Tendremos que contentarnos con un viejo sucedáneo. Uno de esos expresos vetustos de coches-camas de antes de la guerra. Nos salio mal la jugada. Que le vamos a hacer. Pero lo del Orient Express hubiese sido un pelotazo. Estaras conmigo en que nuevamente la mala suerte tronco nuestros planes. Lo teníamos todo bien organizado, el billete del Puerta del Sol a Paris, la reserva del hotel Metropole y los horarios de llegada del tren. Cuando me entere que en esas fechas el Orient Express estaba en revisión casi me da un infarto. Mujer ten paciencia. Únicamente quedan tres o cuatro minutos para que llegue el tren expreso que hemos elegido. Valora por un momento la puntualidad de la que tanto en esta estacion presumen y en un suspiro estaremos juntos para siempre. Tranquilízate mujer, lo del Orient Express esta olvidado. Mal que nos pese, seria comparar a Dios con un gitano. Pero hay ocasiones cariño en que el fin justifica los medios. Ya veo aproximarse el Costa Vasca, hasta ahora mismo mi amor.

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